Descripción
Célebres son las palabras de Cicerón según las cuales Sócrates bajó la filosofía del cielo a la tierra, al hacer de la pregunta “¿cómo se ha de vivir la vida?” la cuestión fundamental de la filosofía. Durante muchos siglos, sin embargo, ella enmudeció como pregunta conductora del filosofar occidental. Es solo en el siglo XX que el interés temático por el ámbito de la llamada pregunta de Sócrates —hoy denominado bienestar— vuelve a surgir con renovada fuerza. Uno de los aspectos fundamentales —acaso el fundamental— que condiciona la posibilidad del bienestar guarda relación con la propia Psicología humana: el estado de nuestra configuración psíquica determina gravitantemente nuestras opciones de estar bien y de que nos vaya bien en la vida. Al estudio de los factores psicológicos relevantes para el bienestar cabe llamarlo Psicología prudencial. En los últimos treinta años, hemos presenciado un desarrollo autónomo de este ámbito temático en la filosofía, que se ha concentrado predominantemente en cómo concebir aquel estado mental positivo que se juzga como indudablemente principal para el bienestar: la felicidad, entendida como una condición psicológica duradera. Mas hay otro estado mental positivo de gran relevancia para nuestro bienestar, que ha quedado casi por completo desatendido: el de la paz mental. En este trabajo se sostiene no solo que este último estado es importante para el estudio del bienestar, sino también que posee una primacía práctica y teórica sobre el de la felicidad —siendo ambos fundamentalmente diferentes—. Para ello, se ha elaborado un enfoque metodológico que permite fundamentar esta primacía: la perspectiva de la autonomía. Con vistas a profundizar en la relación entre los mismos, se ha revisado críticamente el debate actual sobre la felicidad. Tras esto, los esfuerzos se han dirigido a proponer y desarrollar una idea de la paz mental, primero, al tematizar las características de la situación humana general que resultan relevantes para concebir la posibilidad del surgimiento del fenómeno en cuestión y, luego, dividiendo dicha idea en dos aspectos principales a tematizar: el actitudinal-interpretativo y el noético.